miércoles, octubre 04, 2006

3 de octubre 2006

esto corresponde al 3 de octubre... me llamo pq estaba angustiada...
ahora se supone q estamos hablando por msn pero de nuevo sin ninguna respuesta
ahora me angustio un poco... le pregunto por dureza, me pregunto a mi mismo donde estas tu de antes, pero tb me doi cuenta lo triste q es esperar q vuelva alguien q ya no esta, o estar enamorado de un recuerdo mas q de la persona q tengo frente a la pantalla del pc...

i si se logra acordar de q hablamos hoi, sepa tb q hoi continue desarmandome... hoi fue fuerte i triste... pero se aplica tb eso q le dije, q al final todo sirve. q todo lo q pase, lo q en cualquier otro momento me hubiera echo mierda por dentro hoi me puede servir para tener mas ganas de salir adelante i por mui triste q sea, aunque ute ya no este conmigo...

Volantín sin dueño



Hoy estuve todo el día pensando en él. Hoy desayuné té y un pan con palta que sabia medio amargo. Me subí a esa micro media provinciana y me puse los audífonos, estaba esa canción que ni siquiera recuerdo. De pronto apareció, mi ex, mi amigo, mi nada, todo.

Respiré y me bajé de la micro que olía a fierro. Me ordené el pelo, intenté caminar de forma media elegante, y nos vimos... lo abracé, lo olí, lo miré. No sé cómo, de pronto estábamos en ese pasto verde hablando por primera vez de por qué no fue y de cómo debió haber sido, lo que debimos haber dicho y todo lo que callamos. Lo que él esperaba de mí y lo que yo esperaba de él.

Me tocaba la espalda mientras yo le decía que me dolía aquí, allá, la vida entera. Nos cansamos de la alergia primaveral que nos persigue, y nos fuimos juntos a casa. Él a la suya, yo a la mía. En el camino decidimos casarnos y ponernos una argolla imaginaria en nuestros dedos chuecos, nos besamos en la mejilla y escuchamos los latidos. Ese es el mejor soundtrack.

Hablamos de nuestra casa, de nuestros perros, de la pasta de dientes, de nuestra vida en común. La gente nos miraba y nosotros descarados, mentirosos, seguíamos hablando de las cuentas que debíamos pagar y todas esas cosas que hacen los casados. Yo sentía mi corazón más pesado, él no sé si sentía.

Ya habíamos llegado, y me mira y me besa tan cerca de los labios que parezco amarlo más, pero no. Y se va, se va como los volantines sin dueño, y yo lo miro tanto que me canso de verlo, de volar, de sentir. De saber que él es lo único que me vuela la cabeza realmente, que me lleva al cielo y me trae de vuelta sin siquiera tenerlo muy claro, de manera casi, casi literal.

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